Cuándo me dijeron que tenía un absceso en el pecho busqué información en internet, traté de enterarme a qué me enfrentaba, qué era lo que me iban a hacer...pero no encontré demasiada información, sobre todo de madres que hubieran pasado por lo mismo, así que aquí dejo la mi experiencia:
La lactancia con Emma empezó bien, y eso que los principios suelen ser duros. Se enganchó en el paritorio y ahí siguió, me subió la leche y ella se alimentaba perfectamente. Como mucho aguantaba una o dos horas entre tomas, pero como ya había oído la experiencia de otras madres y sabía qué era normal no me agobió especialmente tener a Emma tanto al pecho. Excepto molestias en los pezones los primeros días no tuve más problemas, Emma mamaba en buena posición y no me salieron grietas. Estaba encantada, superar los primeros días de lactancia sin dificultades no es frecuente. Sin embargo la cosa se torció cuando Emma cumplió un mes. Empezó a dolerme el pecho derecho, en un principio pensé que se había ingurgitado (ya me había ocurrido otras veces). Me puse calor, masajes y la niña en el pecho malo, pero no se resolvió como las ocasiones anteriores. Al día siguiente empezó la fiebre y me levanté con el pecho enrojecido. En fin, sabía que era mastitis y que probablemente necesitaba un antibiótico para quitar la infección, así que me fui al médico de cabecera. Lo primero que me dijo fue que tenía que ir pensando en retirarme la leche porque los antibióticos no le iban a ir bien a Emma. Yo sabía que ésto no era así, que hay antibióticos compatibles con la lactancia y que además el peor momento para destetar es justo durante la mastitis (es importante que el bebé drene bien el pecho para que se cure correctamente). Así que le dije que quería seguir con la lactancia, me puso mala cara y me recetó amoxicilina. Justo en ese momento empezó realmente el calvario. Una de las bacterias más comunes en la mastitis es el Staphylococcus aureus, resistente a éste antibiótico, y ese era mi caso. Vamos que al tomarlo lo único que ocurrió es que no sólo no mejoré sino que cada día estaba peor. Ahí empezó mi peregrinación por diferentes médicos, asesoras de lactancia...
Fui a la ginecóloga, que me dijo que continuara con el tratamiento del médico de cabecera, y me mandó una ecografía de pecho para descartar otras patologías. Imaginaros, la idea del cáncer de mama rondaba por mi cabeza, y si ese bulto.... y si... y si... tendría que esperar unos cuántos días hasta que me dieron cita para la ecografía. Yo no me quedé convencida con ésta opinión así que busqué otros profecionales que me pudieran atender de forma más específica.
Por recomendación de mi asesora de lactancia (Gracias Silvia) fui al 12 de Octubre dónde me atendió Concha de Alba (neonatóloga y asesora de lactancia) me cambió el antibiótico explicándome que el que llevaba tomando tantos días no me servía, y me hizo un cultivo de la leche. Me dió recomendaciones que ya conocía como calor local, masajes, poner a la niña frecuentemente a mamar, antiinflamatorios, descansar... Yo lo hacía todo, pero la fiebre alta, el agotamiento y sobre todo el dolor no cesaban, y cada vez tenía el pecho más inflamado. Empezó a salir la leche con pus cuándo me ponía el sacaleches, me di un susto enorme la primera vez que lo vi. Aunque por otro lado me daba ánimos, si sale el pus es porque se está drenando el pecho pensaba yo.
Llegó el día de la ecografía, sólo pensar en que me rozaran el pecho con lo que me dolía me daba pavor, fuimos allí y cuándo la ecografista vió la pantalla no pudo evitar poner cara de asombro. "- No me extraña que te duela tanto, tienes un absceso, espera que lo mida desde otra posición que en ésta no cabe entero en el monitor." ¡Imaginad mi cara! "- Tiene nueve centímetros de diámetro." Estaba alucinando, llevaba casi un mes enferma y después de tantas vueltas, tantas consultas ¡tenía un absceso más grande que una pelota de tennis! Me dijo que fuera pronto al hospital que era tan profundo que no quedaría más remedio que drenarlo en quirófano. Salí de allí con un miedo enorme. Por un lado por fin me decían por qué no mejoraba, pero por otro me iban a abrir la teta uffff. Nos fuimos para urgencias, yo estaba convencida de que ese mismo día me lo quitarían, pero cuándo me vieron me dijeron que "tenía que madurar" que no estaba lo suficientemente localizado y blando para poder drenarlo, y que el drenaje se haría en quirófano con anestesia general o sedación. Para mi significaba la vuelta a casa con un dolor enorme.
Pasaron tres días y yo no aguantaba más, volvimos. Me atendió la misma doctora y me dijo que ya estaba para drenar, me pasó al box y me dijo que me lo iba a pinchar un poco con una aguja para ver cómo estaba. Un poquito de lidocaína en spray y zas, pinchazo. Empezó a salir pus. La doctora dijo ¡uy qué bien sale! Lo hacemos aquí. Así que empezó a apretar el pecho para drenarlo. Después de ésto sólo digo que prefiero volver a parir (un parto como el mío claro) ya cuándo la vi coger el bisturí para agrandar la herida no me lo podía creer, me lo abrió, me inyectó agua oxigenada, más apretones, yodo, más apretones, me colocó el drenaje y por fin terminó la tortura. Porque eso había sido para mi, una tortura. Probablemente lo viví de ese modo porque para variar no me explicaron lo que iba a ocurrir, yo iba con la idea de que me iban a anestesiar, y sólo veía que realizaba una maniobra dolorosa tras otra sin que yo pudiera hacer nada, sólo esperar a que terminara. No hubiera sido tan difícil explicarme qué iba a ocurrir, lo que iba a hacer a continuación y eso creo que habría hecho que, aunque la intervención fuera igual de dolorosa, yo la hubiera vivido de otro modo.
La verdad es que cuándo me repuse de la intervención sentí un alivio enorme, ya no me dolía tanto ni mucho menos, y aunque el drenaje era aparatoso, no tenía color con lo que había estado sufriendo los días previos a la operación. Estuve ingresada tres días más con antibiótico. Me hicieron la cura diaria allí, y el resto de curas excepto la retirada del drejane las hacíamos nosotros en casa. Por si tenéis que pasar por ésto la cura consiste en inyectar por el agujero del drenaje agua oxigenada y apretar el pecho para que saliera. Al principio en mi caso me curaron con yodo, pero como Emma seguía mamando me lo cambiaron porque el yodo podía perjudicarla.
Tuve el drenaje puesto alrededor de una semana, luego se fue cerrando poco a poco y ahora apenas me queda cicatriz. Lo que sí ha ocurrido es que al destruirse tanto tejido de la mama ésta ha quedado más pequeña y además ahora tengo obstrucciones frecuentes en éste pecho porque los conductos lácteos también han quedado dañados en parte. Como ya lo identifico puedo actuar rápido y no tiene mayores consecuentias, seguimos con una lactancia ya bien establecida y satisfactoria.
Con ésto no quiero mostrar los horrores de la lactancia, al revés cuento mi experiencia porque considero que mi problema fue completamente evitable, hubo una mala praxis por parte de varios profesionales por los que fui pasando, y acabé desesperada. Ayer estuve en una reunión de La Liga de la Leche comentando precisamente ésto, y es muy común que se trate mal una mastitis (se receta un antibiótico sin hacer cultivo, sin verificar ni siquiera si se trata de infección) lo que desemboca en mastitis de repetición, subclínica o en el peor de los casos abscesos. Espero que mi experiencia sirva para si os veis en una situación similar podáis reclamar un buen tratamiento de la mastitis.
Aquí tenéis más información sobre obstrucción, mastitis y absceso.
Para terminar quiero agradecer a los profesionales que sí me atendieron estupendamente (Silvia de La Liga de la Leche, Concha de Alba, Gaia Zocchi) a los que prácticamente debo mi lactancia, si no hubiera estado apoyada e informada la habría abandonado quizás en la primera consulta del médico de cabecera.